En el último año, la pandemia nos ha obligado a replantearnos todo. Muchos se esforzaron por averiguar cómo -e incluso si- podían seguir adelante. Oímos hablar de la "vuelta a la normalidad", que luego da paso a la llamada "nueva normalidad" hasta que simplemente comprendemos que vivimos en medio de la "incertidumbre".

Todos conocemos a personas muy trabajadoras que no pudieron levantarse en ese momento, y sin culpa suya, por supuesto. Pero, por otro lado, también conocimos a personas sensibles y visionarias, que comprendieron los anhelos de la humanidad: el planeta Tierra nunca ha necesitado tanto cobijo y sanación.

Este periodo ha estado definido por la incertidumbre. Y el ritmo acelerado de la necesidad de adaptación no ha tenido precedentes, provocando a menudo una desorganización mental que culmina, entre otras cosas, en trastornos físicos.

Y es que cada día son más las personas que necesitan recurrir a la ayuda de un terapeuta que les ofrezca recursos para aliviar sus dolencias.

Incluso hemos visto en los medios de comunicación que hasta los profesionales sanitarios en primera línea de la pandemia están sucumbiendo, necesitados de asistencia terapéutica complementaria. Los estudios señalan que la pandemia afectó a la salud mental de la población en general, incluidos los que no estaban contaminados.

Por otra parte, considerarse útil en estos tiempos de crisis ha ayudado a muchas personas a capear el temporal. Al abrazar la idea de convertirse en terapeuta, haciendo de la terapia su profesión principal o complementaria, esas personas empezaron a recuperarse económicamente e incluso encontraron formas de crecer y, sin remordimientos de conciencia, prosperar, al tiempo que tendían una mano a quienes necesitaban ayuda.

Es una forma inteligente de acoger y curar a la humanidad.

Ahora, en un año de agitación económica y social, sabemos que puede resultar difícil imaginar que alguien emprenda un esfuerzo semejante. De hecho, los presupuestos son ajustados.

Para muchos, la idea de ser terapeuta se ve como un proyecto interesante, pero innecesario, ya que requiere dedicación e inversión económica.

Por eso, a lo largo del último año, nos hemos asociado con profesionales que han abrazado la propuesta del curso de Terapia Integrativa y Psicobioenergética como un proceso de adición de valor esencial, alcanzable por todo aquel que comprenda el valor real de invertir en convertirse en terapeuta.

Vamos a explicarlo:

¿Has mirado en internet cuánto cuesta asistir a una BUENA FORMACIÓN en hipnosis, PNL, magnetismo o psicobioenergética?

Tal vez usted no lo sepa, pero un curso de fin de semana, en cualquiera de las materias mencionadas, no costará menos de 4 ó 5 mil reales. Uniendo las cuatro áreas de conocimiento en un único curso, su inversión posiblemente superaría los 12 mil reales.

El Instituto Robson Pinheiro cree que es necesario emprender en nombre de la humanidad y enseñar a la humanidad a emprender también.

Póngase a pensar: ¿cuánto cobra por su consulta un buen terapeuta, con una sólida formación? ¿Pensó?

Aún estás a tiempo de emprender la crisis e invertir en tu futuro.

Atentamente,
Instituto Robson Pinheiro

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