El pino también es un árbol que se dobla sin romperse
Cierto día del otoño de 2022, un guerrero moderno cruzó el gran océano, junto con sus fieles escuderos, y desembarcó en el antiguo continente. En la cabeza, sueños y proyectos por realizar; dejó en el Nuevo Mundo a su ejército más fiel. Las tierras donde desembarcó ya habían sido escenario de vivencias que se pierden en el polvo del tiempo, que aún hoy resuenan en el presente.
Pero en las manos, no sólo maletas, bolígrafos; éstos ocupan el lugar de las espadas, que antes se empuñaban o estaban listas en la vaina. Ya no es el tintineo del acero ni la sangre que corría por el filo de la lanza, sino la escritura, que es la mayor arma de hoy. Como un faro que atraviesa las tinieblas, la palabra corta la ignorancia humana y libera las conciencias. Se acabaron los estallidos de violencia, pues ahora se recurre a la fuerza para doblegar a la horda del mal que impera en el mundo de los hombres y en las dimensiones extrafísicas más densas.
En la voz, el grito proclama el Evangelio y el mensaje de la inmortalidad del alma que apunta a la transformación de la humanidad. No se construye un mundo nuevo sin luchas. No hay victoria sin luchas, y he aquí que el guerrero fue puesto a prueba una vez más y ahora, en los mismos campos de antaño, donde vivió en el pasado. Ante los enfrentamientos, se mantuvo firme en el propósito que abrazó, enfrentándose con valentía a adversarios internos y externos. Consideró la posibilidad de desanimarse, sin embargo, fue impulsado por los escuderos que lo rodeaban, alentándolo a continuar el viaje.
Fueron días desafiantes, de duro aprendizaje y también de fortalecimiento de la fe. También se creó una corriente magnética de apoyo al guerrero, formada por el nuevo ejército del bien, que se levanta, aquí y allá por todo el planeta, frente a la batalla establecida. Una vez más la victoria fue conquistada; el soldado se endereza de nuevo y levanta la cabeza para seguir adelante con sus proyectos y cumplir lo que fue trazado por los Inmortales.
Sale de la última batalla con un escudo grabado en el pecho. En él se lee: "No se puede construir un hombre nuevo sin justicia y paz".
Rodrigo Almeida
Belo Horizonte, mayo de 2022