Nos encontramos al comienzo de un momento único en la historia de la Tierra, en un momento en el que la humanidad experimentará acontecimientos que definirán el futuro de la especie humana y la continuidad de la vida. A medida que el planeta se muestra cada vez más vulnerable a la acción humana en los ámbitos físico, social, ecológico o espiritual, el futuro se dibuja, en la misma medida, grande y lleno de caminos sinuosos y peligros potenciales. Pero, sobre todo, se nos presenta un esbozo de gran esperanza para la humanidad.

La llamada oficial de Jamar a los Guardianes de la Humanidad
Para que la humanidad continúe su camino, yo, Jamar, fundador del programa de formación Guardianes de la Humanidad, vengo oficialmente a hacer este llamamiento en el que digo que necesitamos reunir a un gran número de personas cada vez más comprometidas con el bien de la humanidad y conscientes de que pueden marcar la diferencia con sus conocimientos espirituales. Reconocer que, en medio de una extraordinaria diversidad cultural, social, espiritual y política, formamos parte de una familia universal del tronco humano y somos partícipes de una aldea global cuyo destino son las estrellas.
Unidos, somos capaces de generar energía suficiente para satisfacer las necesidades de las naciones del mundo. Somos capaces de formar una comunidad física y no física unida para marcar la diferencia y plasmar acciones conjuntas para influir benéficamente en gobiernos y gobernantes, brindando apoyo energético y espiritual para que puedan llevar a cabo proyectos de gobierno basados en la ética y el respeto a los valores humanos, estos son nuestros retos más apremiantes.
Y para alcanzar estas metas, es necesario un programa de formación, donde todos estén incluidos, con respeto a la naturaleza, a los derechos humanos universales, a la justicia, y con interés en desarrollar y promover una cultura de paz.
Es imperativo que los horizontes del futuro se extiendan mucho más allá de las fronteras actuales, abarcando las necesidades de toda la humanidad.
Necesitamos despertar nuestra conciencia y responsabilidad para una actividad psíquica sana y estructurada para el mayor bien de la humanidad. Y para hacer frente a los desafíos espirituales que gravitan en torno a los gobiernos e impregnan las instituciones mundiales responsables del progreso de los pueblos, necesitamos ayudantes de lo invisible, misioneros voluntarios y hombres y mujeres de buena voluntad, mucho más que religiosos y partidistas.
Las fuerzas espirituales que militan entre bastidores tratando de impedir el proceso evolutivo y la regeneración humana hacen que la existencia humana sea un reto y que la administración de los gobiernos mundiales sea difícil de sostener.
La capacidad de ayudar al mundo y trabajar conjuntamente con los Guardianes Superiores es una realidad que necesita ser alimentada. El futuro de la humanidad depende en gran medida de la acción conjunta de aquellos que ya han despertado a la necesidad de ayudar más ampliamente a los pueblos de la Tierra. El éxito del trabajo depende de la formación de una atmósfera psíquica saludable que pueda ser compartida y alentada por los humanos de ambos lados de la vida.
Una elección se presenta en este proceso de regeneración: formar una alianza con los representantes de la justicia divina para trabajar por el bien de la humanidad principalmente en los bastidores de la vida, en dimensiones cercanas a lo físico o arriesgarse a la prolongación del dolor en el mundo y al exilio que definirá los papeles con o sin nuestra participación.
Se necesitan cambios sustanciales en nuestra forma de ver el mundo extrafísico y la realidad de las influencias espirituales en un contexto más amplio del que estamos acostumbrados. Tenemos en este lado de la vida todo el potencial que puede ponerse al servicio del hombre en la Tierra y de la continuación de la humanidad terrestre, incluso considerando los tiempos de transición que están comenzando. Pero para ello necesitamos agentes del bien. Necesitamos personas conscientes y preparadas, aunque sin sentido de urgencia, para evitar errores innecesarios, pero aún así preparadas para ayudar a los guardianes de la humanidad, agentes de las fuerzas gobernantes del mundo. Los desafíos políticos, espirituales, sociales y globales están inextricablemente unidos y necesitan ser afrontados con inteligencia por aquellos comprometidos con la evolución del mundo bajo el patrocinio del Cordero divino.
Para alcanzar estos objetivos y poder desarrollar una acción conjunta con nuestros compañeros encarnados, es necesario desarrollar un sentido de responsabilidad universal, instruyendo y ejercitando habilidades psíquicas aún embrionarias, pero ya poderosas, para servir de enlace entre las entidades no físicas y aquellos que necesitan ayuda inmediata. Aunque seáis ciudadanos de diferentes países, sois ante todo ciudadanos del mundo y seres multidimensionales, agentes de la justicia divina, alistados en el gran ejército de Cristo para compartir la responsabilidad del presente y del futuro, de lo que ocurre en la Tierra y entre bastidores. El sentido de parentesco y solidaridad con toda la humanidad estará cada vez más presente en sus mentes y corazones a medida que reverencien la vida y el trabajo en cualquier nivel de conciencia, ya sea físico o no físico. Tal comportamiento aumentará la capacidad de las personas para entregarse plenamente al bien mayor de una humanidad renovada.
Por primera vez en la historia de la humanidad sobre la tierra, nos enfrentaremos juntos a un juicio general para erradicar de la tierra los sombríos quistes de sufrimiento y dolor y los agentes del caos que se interponen entre las fuerzas evolutivas de la humanidad y la felicidad de los pueblos del planeta. Por primera vez, el mundo experimentará un proceso de selección global llevado a cabo dentro de la propia humanidad, que causará inicialmente enormes perturbaciones, y poco después, los cimientos para una humanidad más consciente de sus deberes y responsabilidad para con el bioma terrestre, que incluye la vida espiritual y la maravillosa diversidad de la vida en la superficie del mundo. Todo esto nos llama a buscar socios en el mundo de los hombres, los llamados vivos; socios que puedan ponerse a disposición de las fuerzas superiores del bien y de la luz, de la evolución y de la vida, para trabajar juntos por la implantación de la justicia en la Tierra.
Paz, justicia y esperanza.
Jamar, Guardián de la Humanidad | Belo Horizonte - Brasil, 22 de marzo de 2013