Vivimos tiempos difíciles...
El mundo atraviesa momentos decisivos, en los que todo y todos están siendo puestos en jaque. Ya no es posible afirmar con certeza que lo que hemos construido hasta hoy permanecerá. Independientemente del lado de la vida en que nos encontremos, las transformaciones naturales de un mundo en constante renovación nos alcanzarán. Mejor así, digo, porque no hay forma de vivir sin que algo nos anime a cambiar. Y una vez más aquí, donde estoy, o en la Tierra, necesitaremos ese estímulo divino.
Una vez, hablando con un amigo, exclamó: "¡Vaya, Calunga, qué cosas, muchacho! Entonces, ¿quién lo diría, eres adepto a esta ola de pesimismo catastrofista que rodea nuestras vidas? Sí, porque no pasa un día sin que oigamos que el fin está cerca y que corremos el riesgo de no sobrevivir más que unos pocos años más. Lean las profecías, las de João Evangelista, las de los Incas, las de los Mayas, las de quién sabe quién. Te digo, con toda sinceridad, que ya no aguanto más tanto terrorismo emocional. Ya no sé ni si salgo de casa, porque a un asteroide se le ocurriría caerme justo encima de la cabeza. El agua se acaba; donde estaba fría ya no está. Terremotos, maremotos, volcanes, lluvias que más parecen un diluvio bíblico... y luego viene la sequía. Mirad, pueblo mío: tal como van las cosas, ¡sólo Dios puede sacarnos de este frío!".
Sí, amigo, así que soy yo, Calunga, el caballero del Apocalipsis, ¿no? Verás, tú mismo has citado varias tragedias que darían envidia a cualquier director de películas de catástrofes del país del Tío Sam. Pero, dejando a un lado la exageración, se trata en efecto de momentos, como empecé nuestra conversación, que piden más atención por parte de todos nosotros. A diario nos sacuden verdaderas tragedias anunciadas, que se incorporan a nuestro día a día, ya sea en cuestiones sociales, políticas o científicas. Sobresaltados, seguimos adelante, algunos sin comprender todavía que ya no es posible simplemente despertar y hacer lo que se hacía habitualmente hasta hace poco.
De nuevo, no me entiendas como alguien que sólo quiere añadir color a un escenario de dolor y tormento. No. Sólo deseo que todos nosotros, en la humanidad, empecemos a hacer algo concreto, aunque tardío, en mi opinión. ¡Dios quiere ser nuestro socio! Creo que son formas que el creador está utilizando para despertarnos al propio caos que hemos creado y estamos sosteniendo.
Ahora quiero hablar especialmente a los que se creen espirituales:
¿Cuándo vais a despertar y hacer algo concreto? - Sí, vosotros que decís que representáis al consolador prometido. Ya es hora, gente, de dejar de querer ser médium y actuar de forma más práctica. Basta ya de estos encuentros con mucha comida y poca acción. Hablar de mediumnidad, reencarnación, obsesión, y todo lo demás, y el culebrón de las seis ya habla. Así que sólo queda meterse con los demás que intentan hacer algo útil. Para oficializar esta incoherencia, se iza la bandera de la pureza doctrinal y de la unificación, que no significa otra cosa que rezar según el librito de los que dicen tener la verdad. Pueblo mío, un reino dividido por sí mismo ya está derrotado y, sin fuerza, nada bueno se puede hacer. Es decir, ¡a la mierda! Quiero ver cuando los líderes, dueños de centros espiritistas, lleguen aquí con sus palabras difíciles,
El mensaje está dado.
Para que tengas una idea del momento especial que vivimos, aquí, donde yo, Calunga, vivo, no pasa un día sin que recibamos visitas de espíritus de diferentes áreas para potenciarnos de forma especial. Son tantas las especialidades que hoy, aquí, en la ciudad espiritual, no existe más un individuo con una función y una condición de asistencia solamente. Estamos siendo entrenados para realizar múltiples acciones, principalmente para que, en momentos críticos, podamos ser más eficientes. Estos verdaderos benefactores anónimos vienen a nosotros de forma a hacernos entender que quien hizo el daño, que lo arregle. No hay excusa de que soy fulano, o soy hijo de fulano, o, incluso, soy funcionario público, hice esto o aquello en la Tierra, por lo tanto, tengo privilegios. Aquí, o si usted está dispuesto a llevar a cabo las tareas o excusa,
A algunos les parecerá extraña mi forma de hablar aquí; "éste no es el Calunga que yo conozco". Sin embargo, ¿quién puede garantizar que alguien me conozca de verdad, verdad? Pero no se preocupen, no soy una especie de agente encubierto que quiere promover más confusión de la que todos estamos viviendo. Sólo soy un espíritu optimista, que cree en la fuerza de trabajo de nuestra raza humana y que, a mi manera, contribuye a hacer las cosas más adecuadas a las condiciones de nuestro entendimiento. Y, como ven, he dicho que contribuyo, no que lo intento. Para muchos, esto puede sonar a arrogancia y orgullo. Pero, queridos míos, yo creo en lo que hago y ya hace tiempo que superé esa enfermedad de la falsa modestia. Les guste o no, usando el lenguaje popular, me garantizo a mí mismo. ¿Y ustedes?
Espíritu de Calunga
Psicografía del médium Marcos Leão