Trabajo como terapeuta desde hace más de 30 años, precisamente desde 1985. A lo largo de estas décadas en la consulta, me he encontrado con numerosas situaciones que desafían tanto el conocimiento ortodoxo como el holístico. He encontrado diferentes tipos de síndrome, estados alterados de conciencia, así como trastornos psíquicos, del sueño y de la personalidad, a menudo confundidos con obsesiones, por no hablar de la dependencia química. Tras años de dedicación al estudio de los casos presentados en la consulta, y también en la Clínica Holística Joseph Gleber, donde trabajo y de la que soy fundador y presidente, llegué a la conclusión de que muchos de ellos no se habrían resuelto -al menos no tan rápida y eficazmente- sin abordar los aspectos energéticos con la ayuda de la técnica apométrica.

        Cuando surgió la posibilidad de adoptar la apometría en un contexto terapéutico, observé que los consultantes sometidos sólo a las técnicas que ella proporciona en los campos fluídico y anímico - pero restringiéndose al aspecto energético, por lo tanto, sin intercurrencias espirituales, como el trance y la incorporación - lograban acceder a recuerdos oscuros o latentes, por ejemplo. Combinando técnicas de magnetismo con conocimientos de apometría, conseguimos resultados interesantes, ya que los asistidos fueron inducidos a entrar en contacto con los dominios del inconsciente para luego reelaborar hechos recordados y así establecer un nuevo programa existencial.

La apometría es una técnica o un conjunto de técnicas cuya aplicación permite, sobre todo y en líneas generales, agilizar reuniones mediúmnicas con objetivos variados. 

        Recuerdo un caso en particular, muy pintoresco, resuelto en una sola sesión. Como la consultante no volvió, me enteré de sus progresos a través de su marido, que se puso en contacto conmigo varias veces después de la cita.

        La queja que presentaba la mujer era el impulso recurrente de fumar crack, sin motivo aparente, dado el contexto social y el estilo de vida que llevaba. Además, la única experiencia que había tenido con una droga ilícita había sido mala; había sufrido náuseas, vómitos y todo tipo de molestias. Sin embargo, el impulso persistió. Después de la anamnesis, empezamos la técnica sin mucho alboroto ni preparación, como yo prefería hacer. Simplemente le pedí que se concentrara y conté lentamente hacia atrás a partir de la edad del consultante, en aquel momento 40 años. A medida que los números disminuían, cada cinco o diez años preguntaba sobre lo que sentía y las escenas que finalmente observaba. Procedimos sin datos relevantes hasta las edades correspondientes a la infancia, cuando ralenticé aún más la cuenta, continuando con la emisión de pulsos apométricos dirigidos al cuerpo mental,

        Cuando llegamos al número 7, relató una escena extraordinaria. De repente, afirmó verse a sí misma abriendo la puerta de cierta habitación, dentro de la cual sorprendió a su madre y a su hermano mayor riendo, intoxicados por alguna droga que estaban fumando. El asombro de ambos no fue mayor que el susto de la niña, que corrió por toda la casa. Al ser interrogada sobre cómo se sentía la niña, la consultante se echó a llorar de inmediato, lo que no le impidió mantenerse cohesionada y darse cuenta de que era necesario replantear el episodio. Me empeñé en comprobar si recordaba la escena anterior a ese momento, pero la respuesta definitiva fue: "No".

        Se dieron nuevas órdenes al cuerpo mental, con preguntas que condujeron a la formulación de otros recuerdos, de naturaleza positiva, para suplantar el recuerdo traumático. Cuando la consultante imaginaba escenas felices de la infancia y se implicaba emocionalmente con ellas -hasta el punto de pasar repentinamente de las lágrimas convulsivas a la risa incontenida-, acoplábamos ambos recuerdos, apelando igualmente a la técnica apométrica. Finalmente, trajo la imagen del niño al presente, como auspiciando el encuentro, en el consultorio, de la niña de 7 años con el adulto de 40 años.

        En cuanto terminé la intervención terapéutica, la mujer cayó al suelo, ya que había permanecido de pie durante el proceso. Después de ayudarla a incorporarse, declaró que se sentía muy bien, que era otra persona y que tenía mucho que agradecer. En informes posteriores que me dio, su marido me informó de que, llevada a circunstancias cotidianas similares a las que provocaban en él el deseo de drogarse, ella empezaba entonces a sonreír. Preguntada por el motivo de la risa, aludió a buenos recuerdos de infancia relacionados con su madre y su hermano.

        Los casos se multiplicaron a lo largo de los años, y más recientemente, ante la crisis que atraviesan el país y el mundo, recibí personas profundamente desgastadas, revitalizadas y hasta vampirizadas. Para ellos, el recurso energético proporcionado por la apometría consiste, sobre todo, en la formación de campos de fuerza y autodefensa, con la ventaja de que es posible enseñar a los propios consultantes a mantener y fortalecer esos aparatos a través de comandos. Pude constatar que muchos de ellos alcanzaron una mejor calidad de vida, habiendo relatado repercusiones benéficas y rápidas en sus estructuras mentales, físicas y emocionales.

        En mi práctica en el consultorio, utilizo sistemáticamente el método diagnóstico de la bioelectrografía, para verificar los resultados obtenidos en el campo vibracional y también en la esfera emocional. Por lo tanto, además de mis impresiones, este recurso reitera el valor de las técnicas apométricas aplicadas en el consultorio, que abren ricas posibilidades para abordar los problemas humanos.

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MÁSTER EN APOMETRÍA

        Basándonos en experiencias como éstas creamos el programa Master en Apometría, un curso de formación que imparto junto con Leonardo Möller e invitados. El módulo 8 se centra exclusivamente en este aspecto: cómo se puede mejorar la práctica terapéutica en la consulta introduciendo la técnica apométrica. Me siento segura y satisfecha sabiendo que las reflexiones que se proponen y las cuestiones que se enseñan en las clases no son sólo teóricas, sino que provienen de años y años de logros. Esta sólida experiencia fue acumulada tanto en encuentros de carácter asistencial extrafísico como en mi práctica profesional, en la que asisto a consultantes a través del método que denominé Reprogramación Mental y Emocional, algo que también comparto en el Máster en Apometría, recomendado para todos aquellos que se propongan profundizar en el tema. 

Robson Pinheiro | Al servicio de los Guardianes
Médium, escritor, terapeuta y creador del programa Guardianes de la Humanidad

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