La pandemia de Covid-19 se ha convertido en uno de los mayores retos de salud pública de la humanidad de todos los tiempos. Además de los devastadores efectos de la infección aguda por el virus del SRAS-CoV-2 sobre la salud física (mortalidad propiamente dicha y comorbilidades físicas posteriores a la infección), la nueva enfermedad ha puesto en peligro otros niveles de la salud humana. Los efectos de la morbilidad post-Covid-19 han sido abrumadores sobre la salud emocional, energética, interpersonal y económica, entre otras, tanto a nivel individual como colectivo.
En los últimos dos años, el planeta Tierra ha experimentado un desafío de proporciones sin precedentes. Las repercusiones sociales, económicas, políticas y sanitarias son devastadoras. La pandemia ha igualado credos, razas e idiomas, derribando todas las fronteras y sometiendo a las naciones del mundo a un enemigo común e invisible: la infección conocida como Covid-19.
A pesar de todos los avances tecnológicos y conocimientos científicos, la humanidad se enfrentó a un escenario sin precedentes. Unido a la velocidad de propagación de una nueva enfermedad en el mundo globalizado y a la rapidez y volumen de la (des)información transmitida en las redes sociales, el contexto de la pandemia ha sacudido el modus operandi de nuestra civilización, generando incertidumbres respecto al futuro. Sin embargo, como toda crisis, este momento puede entenderse como una oportunidad para cuestionar y cambiar patrones, conceptos y estilos de vida en todo el planeta.
La pandemia de Covid-19 se ha convertido en uno de los mayores retos de salud pública de la humanidad de todos los tiempos. Además de los devastadores efectos de la infección aguda por el virus del SRAS-CoV-2 sobre la salud física (mortalidad propiamente dicha y comorbilidades físicas posteriores a la infección), la nueva enfermedad ha puesto en peligro otros niveles de la salud humana. Los efectos de la morbilidad post-Covid-19 han sido abrumadores sobre la salud emocional, energética, interpersonal y económica, entre otras, tanto a nivel individual como colectivo.
Así, en mi trabajo como profesional de la salud, pude constatar lo que, en mi práctica como médico y terapeuta, ya era una certeza acuciante: la salud humana va mucho más allá del aspecto meramente físico.
Teniendo en cuenta, pues, los retos cotidianos de los dos últimos años, la pregunta sigue en pie: si la salud es mucho más que el bienestar físico (como señaló la OMS en 1948 -un concepto que se está ampliando en la actualidad, como veremos más adelante-), ¿cómo podemos cuidarnos y ayudar a las personas con las que convivimos a mantener la salud y el equilibrio ante tantas pruebas cotidianas? ¿Cómo ayudar a adquirir y mantener el equilibrio y el bienestar incluso en medio de tantas turbulencias?
¿Cuántas veces nos sentimos incapaces de ayudar eficazmente a estas personas, o incluso a nosotros mismos, ante los retos que plantea la pandemia actual? ¿Habría herramientas disponibles para la atención más allá de las ya conocidas?
Estas cuestiones y la posibilidad de ayudar a la humanidad con herramientas terapéuticas eficaces son los puntos que abordaré en este texto.
Un momento de aprendizaje individual y colectivo
Hoy en día, es imposible encontrar a una persona que no haya enfermado de SRAS-CoV-2, que no conozca a alguien a quien le hayan diagnosticado Covid-19 o que no haya perdido a un ser querido.
Puedo decir, con más certeza aún, que es imposible que no hayas conocido a alguien con depresión, ansiedad, estrés o fatiga crónica intensificados por los retos de la humanidad "postcovídica".
Esto se debe a que la pandemia ha provocado un aumento global de trastornos como la depresión y la ansiedad. Según una investigación publicada en la revista científica The Lancet, en octubre de 2021 se produjeron 53 millones de nuevos casos de depresión y 76 millones de nuevos diagnósticos de ansiedad en 2020, lo que supone un aumento del 28% y el 26% en comparación con el año anterior, respectivamente.
Hay que admitir, por tanto, que los nuevos retos exigen nuevas posturas y una reordenación de las rutas.
El magnetismo, la bioenergética, la hipnoterapia y la programación neurolingüística son ejemplos de prácticas terapéuticas integradoras.
Estar sano incluso durante la enfermedad: un nuevo concepto de salud
Estar y mantenerse vivo es una lucha constante para los seres humanos: desde el nacimiento, a lo largo de nuestro crecimiento y desarrollo, y en nuestras relaciones interpersonales cotidianas. En esta perspectiva, con la modernización de la ciencia en el último siglo, se reconoció que hay enfermedades que han llegado a existir de forma crónica. Así, la definición más contemporánea de salud pasó a describir que la enfermedad puede coexistir con el estado de salud, superando el concepto de "completo bienestar" físico, mental y social.
Es decir, ¡puedo estar sano aunque enferme! El ser humano, cuando se cuida en su aspecto integral, puede tener salud emocional y energética, y vivir la plenitud de su vida incluso con el diagnóstico de una patología física.
En este sentido, el foco de la atención pasa a ser el ser integral. Es decir, el ser humano considerado y evaluado en sus instancias físicas, mentales, emocionales y espirituales, en sus interrelaciones e interacciones con los factores sociales, ambientales y de comportamiento, en una dinámica fluida y armoniosa cuando está sano.
¿Qué hace un terapeuta integrativo? ¿Cuáles son sus tareas?
"Terapia" deriva del término " θεραπεία ", therapeúo, que significa "proporcionar cuidados, tratar". El terapeuta es todo profesional formado en una o varias áreas de atención relacionadas con la salud humana, ya sea la salud física o la conductual/psicológica.
Más concretamente, el terapeuta integrativo es aquel que estudia, ejercita y atiende todos los aspectos que conforman al ser humano integral. Está preparado para establecer relaciones entre los estados emocionales y el desgaste energético y comprender la dinámica entre el comportamiento y el contexto de salud o enfermedad. Esta instrumentalización se construye a partir de la adquisición de conocimientos en diversas áreas.
Sin embargo, estos conocimientos pueden quedar fragmentados en su trabajo diario si el profesional no tiene una formación que dirija su mirada, interrelacionando las técnicas complementarias con las de la fisiología del cuerpo y los mecanismos de la mente y el comportamiento. Estos conocimientos tampoco se aplicarán plenamente si el profesional no sabe cómo añadir técnicas diferentes a la atención sanitaria convencional.
El terapeuta integrativo se especializa en realizar intervenciones terapéuticas en pro de una mayor salud y bienestar. De esta forma, asocia técnicas complementarias para apoyar el tratamiento de signos y síntomas resultantes de procesos emocionales y energéticos perjudiciales para el paciente. Entre las técnicas complementarias e integrativas, se pueden utilizar las siguientes:
- técnicas mente/cuerpo, como mindfulness y otras de carácter meditativo;
- técnicas conductuales como la programación neurolingüística (PNL) y la hipnosis;
- técnicas bioenergéticas, como magnetismo, bioenergía, reiki, etc;
- técnicas de medicina natural, como las florales y la fitoterapia.
Quien se proponga ser terapeuta integrativo puede o no estar formado en especialidades convencionales y académicas del ámbito de la salud (Medicina, Fisioterapia, Psicología, etc.). Sin embargo, debe basar siempre su atención en esta visión integradora del ser humano (cuerpo, mente, energía y espíritu), admitiendo que las técnicas complementarias no excluyen el apoyo en la salud convencional. Ambos tratamientos van de la mano, siendo los profesionales los coordinadores de los cuidados, y el terapeuta integrativo debe optimizar la acción de las indicaciones terapéuticas convencionales con la ayuda de las técnicas naturales.
Dado que las terapias naturales representan un retorno a la sabiduría ancestral y que históricamente se dejaron de lado durante el proceso cartesiano de estructuración de la ciencia tradicional, existe una tendencia en el mundo académico a incluir las técnicas naturales e integradoras en el salón del "esoterismo". A pesar de este "prejuicio" de la comunidad científica, las técnicas integrativas no son menos científicas ni menos eficaces. Son reproducibles sobre la base de una metodología, y sus efectos pueden medirse con las herramientas adecuadas.
Por lo tanto, quien trabaja con terapias complementarias e integrativas necesita dominar la técnica, pero también comprender la fisiología y la anatomía humanas, los aspectos éticos y legales de su labor profesional, además de ser un colaborador de otros profesionales en la atención integral del paciente. De esta manera, el terapeuta será capaz de entender dónde y cómo funciona cada técnica, dándose cuenta de cómo tal recurso puede ayudar a la respuesta energética, metabólica, emocional y de comportamiento del paciente, para ampliar la red de atención para el que sufre y optimizar los resultados. Es decir, quien no estudia y profundiza se convierte en un mero "repetidor" de la técnica, un profesional "esotérico" más.
El terapeuta integrativo es quien realiza una atención centrada en el paciente, respetando su autonomía, su historia vital, sus preferencias, sus elecciones y decisiones. Es el compañero en el camino del reequilibrio de la salud y el bienestar, ayudando al individuo a tomar decisiones más saludables que sean coherentes con lo que quiere conseguir para sí mismo en el proceso de restablecimiento de la salud.
Este aspecto es tan importante que merece la pena subrayarlo. La práctica de la terapia integrativa se basa en la responsabilidad y el empoderamiento individual, de modo que el paciente deja de recibir orientaciones y tratamientos de forma pasiva y se convierte en el centro definidor de las conductas asistenciales, en colaboración con su terapeuta.
¿Pueden asociarse las terapias integradoras con la medicina o la sanidad tradicional? ¿Dónde realizarlas?
El enfoque integrador y complementario es exactamente lo que define el término: atiende a aspectos del ser humano (mente, cuerpo y espíritu) mediante técnicas que suman y potencian los resultados del tratamiento convencional.
El terapeuta integrativo y psicobioenergético, por tanto, puede trabajar en su propio despacho, en colaboración con otros profesionales o empresas, en voluntariado, o utilizar sus conocimientos como herramienta de autoconocimiento y ayuda en las relaciones familiares o interpersonales.
¿Por qué un terapeuta con una visión integradora es el profesional ideal para el momento pospandémico?
La pandemia ha supuesto un reto en múltiples aspectos de la vida individual y colectiva, exigiendo una visión diferente de los procesos de salud/enfermedad y de la atención integral. Así, un cambio de mirada y práctica en el día a día del cuidador, con abordajes multidisciplinares y transdisciplinares, es fundamental para comprender al ser en toda su completitud y sus necesidades. Centrarse sólo en la esfera física se ha vuelto insuficiente para un abordaje terapéutico profundo y eficaz que proporcione la sensación real de estar siendo efectivamente cuidado por la persona que busca ayuda.
Como se dijo anteriormente, toda crisis representa también una oportunidad de aprendizaje y crecimiento. Es en este contexto que las terapias integrativas se insertan como un importante complemento a las prácticas tradicionales de salud, no sólo ampliando la atención de quienes desean ser asistidos en su integralidad, sino también brindando oportunidades para que quienes estén interesados se conviertan en terapeutas profesionales.
Por lo tanto, una forma eficaz de resolver la crisis actual pasa por una mirada ampliada e integradora del ser y del mundo. Cuando nos damos cuenta de que la salud y el bienestar personales permiten al individuo expresar su potencial, comprendemos que la salud social, de la humanidad en su conjunto, sólo puede existir cuando el ser individual está en equilibrio, capaz de contribuir a la comunidad en la que vive. insertar.
Esto también ocurre en las actividades profesionales en el ámbito de la salud y la asistencia. Surge entonces un amplio campo para el crecimiento y la solidificación de las prácticas integradoras.
Ser terapeuta integrativo es cuidar del "florecimiento humano". Es permitir que el ser humano florezca en una profusión de salud, bienestar, autoestima, amor propio y autocuidado, aunque, momentáneamente, la aridez de los problemas de la vida intente dificultar que brille la luz del ser integral.
Es decir, el terapeuta integrador se convierte en un elemento fundamental del dinamismo personal, individual y colectivo, un verdadero profesional del futuro.
¿Quieres saber más sobre terapias integrativas y psicobioenergéticas y convertirte en un profesional formado? El Curso de Terapias Integrativas y Psicobioenergéticas está a disposición de cualquier persona interesada.
¡Quiérete cada vez más! Ven conmigo, ¡vamos juntos!
Un abrazo del Dr. Ary Caldeira
El doctor Ary Caldeira (CRM_MG 45702) es médico, acupuntor y terapeuta en técnicas integradoras psicobioenergéticas. Trabaja uniendo medicina y espiritualidad en sus consultas, cursos y conferencias. Utiliza técnicas de PNL, hipnosis, fitoterapia, florales y medicina antroposófica para ayudar a los pacientes a tener más salud y bienestar. Aborda cuestiones emocionales, conductuales y energéticas como estrategia para potenciar el autocuidado. Es profesor del Curso de Terapias Integrativas y Psicobioenergéticas.